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2013-10 ARGENTINE - Buenos Aires - Comentarios

ARGENTINA
Buenos Aires
2013
17 de octubre - 01 de noviembre

De Asia a América


A unas semanas de nuestro vuelo, estando aun en Asia, nuestro espíritu que ya había comenzado a pedalear sobre la preparación de nuestra nueva etapa, derrapa en un estero de sentimientos e interrogaciones: 


¿Cómo íbamos a circular en las rutas peligrosas y muchas veces en mal estado de la América Latina? 

¿Cuánto nos costaría nuestra travesía argentina, un país tan caro o más que Francia y donde la inflación aumenta casi cada día? 

¿Seremos capaces de integrarnos en la población argentina, tan cosmopolita y al mismo tiempo tan segregacionista, como muchos dicen? 

Dejamos la ciudad de Bangkok el día 15 de octubre, apenas a unos días de haber festejado en la capital de Siam, los 60 años de Jean-François. 

Bienvenidos a la capital del tango, Buenos Aires, Argentina 

Llegamos a Buenos Aires el 17 de octubre. 

Nuestro vuelo Turkish Airlines tocó suelo argentino con un retraso de 24 hrs debido a un incidente que nos llevó a pasar todo un día en Sao Pablo, a acumular fatiga por el desfase de horario, a enfermarnos con el frio del aeropuerto y, a final de cuentas, a retirar una indemnización, como debido. 


Nuestro aterrizaje final será en Martínez.


En esta provincia de Buenos Aires, situada a proximidad del Rio de la Plata, las puertas de la casona rosada y los brazos de Catherine y de su familia se abrieron de par en par para acogernos. 


No vimos la ciudad de Buenos Aires sino varios días después de nuestra llegada. 

Nos habíamos aclimatado tanto al calor húmedo del Asia que los rayos de la primavera austral nos pegaron como un desnaturalizado enfriamiento. 

¡Peor aun! Tuvimos que mantenernos encerrados, recalentados y aliviados con el calor humano de Catherine, Léa y Théo, sus chiquitines. 

Esto, hasta que nuestros catarros y toses terminaron por ceder. ¡Luego sí! 

Rienda suelta a los paseos por la capital del tango que no deja indiferente a nadie. 

Sobre todo cuando uno se imagina que los aficionados del sensual tambaleo están en todas las esquinas de la ciudad. 

Solo hasta que se está ahí, Buenos Aires se deja descubrir como una urbe europea, sorprendentemente ancha, de muros y fachadas talladas, testigos legendarios de un glorioso pasado, mezclándose y contrastándose con el gigantismo y modernismo de sus nuevos edificios. 

Dejamos nuestro paso a la inspiración de sus calles, qué extraña sensación el comprender todo lo que se dice, todo lo que se canta, todo lo que se lee. 

La población manifiesta contra los ingleses sobre la pertenencia de las Islas Malvinas, los periódicos apuntan sobre las próximas elecciones y el estado de salud de la Sra. Presidenta del país, sobre la inflación y los problemas de precariedad, los muros aun escupen los insultos contra Hugo Chávez y los artistas del metro ya se pueden permitir el canto de revuelta de otro Chávez. Oscar, el mexicano Oscar Chávez. 

Cuando preguntamos el camino para ir al famoso “Barrio de la Boca”, la respuesta es sobre todo para prevenirnos que hay que tener cuidado: - qué no los agarre por ahí la noche, nos dicen. 


Fue en este pintoresco barrio que nació el famoso futbolista D. A. Maradona, fue también una de sus calles la que dio vida a la canción de “Caminito”, uno de los tangos más famosos de Carlos Gardel.




Entre los paseantes y el tráfico, en La Boca pueden admirar los pasos del tango y las siluetas armoniosas de las parejas compiten por atraer las cámaras y los donativos de los turistas. 


Mezclado al polvo de las callejuelas a flor de tierra, se respiran los olores del plato nacional por excelencia: el asado argentino, como se le dice aquí a la carne asada. 

A nuestro paso, algunos restauradores nos invitan a llenar las mesas otros, recargados en la puerta, esperan tranquilamente matando el tiempo con mate en mano. 

La manada turística es densa. 
De tradicional y pintoresca, en la “Boca” ya no queda casi nada. 

Mucho antes de la caída de la noche, tratando de cambiar de camino, a sólo unas cuadras de la Boca nos aborda la policía. 
Por seguridad, nos sugieren amablemente, hay que dar media vuelta. 


Pero en pleno centro de la ciudad, el sol brilla y en la Avenida de Mayo es la ocasión para celebrar la fiesta tradicional del pueblo austriaco. 


Y todo mundo se viste, toca música, baila y come a la manera austriaca. Otro día será la celebración de la tradición italiana, de la alemana o de la francesa ¡y porqué no de la inglesa! 


Argentina es así, vieja amalgama de todas las naciones, una alianza de raíces y sentimientos, oponiéndose, buscándose y cada día, transformándose.

Hay que creer que todos los argentinos tienen el corazón partido en dos, una mitad orgullosa de formar la Argentina y la otra, irremediablemente fiel a la patria ancestral. 


La nostalgia embarga el alma de todos los porteños (habitantes de Buenos Aires).

A través del toque estilado de una vitrina, de una imagen, de un color, de un acorde, la atmósfera rompe en viejas alegrías ya tanto usadas; el tiempo pasa como queriendo retener en el aire aquella primera ilusión de punto en cruz, de buena mesa, de rococó, importada en maletas desde Europa.

Pero a la crisis le siguió otra crisis y la impresión de aprieto es todavía más fuerte cuando se llega desde Asia. Aquí, los billetes circulan en estado deplorable, algunos, pareciera que al desdoblarlos se van a desmoronar; las monedas y el cambio son escasísimos, como si se los hubiera tragado la tierra.

Además, le falta algo al semblante del porteño, creo que tiene algo que ver con el contentamiento, en Asia se practica en todas partes. Se le llama sonrisa. Qué extraño sentirse en América Latina, casi en México pero no exactamente.

Al escuchar nuestro acento, la gente pone cara de sorpresa y para no quedarse con la duda, primero nos interrogan y luego nos entrevistan.

Cuando contamos nuestra aventura, muchos aplauden nuestro proyecto de serpentear Argentina en bicicleta y otros, no tanto.

Por no decir que casi lloran.

 Con Catherine y los chicos, en bici, hicimos el camino de la escuela, las compras y algunos paseítos por las calles de Martínez. Cuando de vez en cuando un automovilista impaciente nos pitaba, llevando niños, me preguntaba cómo nos iría a nosotros, solitos en las carreteras.

Qué alegría descubrir a Léa (8 años) y a Théo (6 años) en sus actividades y conocer a Thierry, el esposo de Catherine. ¡Amorcitos, cuánto los estoy extrañando!

Con los chicos, hasta cantamos ABBA. En fin de semana, Thierry nos preparó un delicioso “señor asado” ¡pero qué asado, Señor! Información confirmada: las vacas argentinas son las más sabrosas del Planeta.

Una noche también fuimos a cenar un rico ceviche y un buen trozo de salmón nacional.

Pocos son los que por estas tierras consumen pescado, nosotros nos decimos: en serio que ¡qué pecado!

Quince días en familia cargaron nuestras maletas con cariño y fuertes alicientes para el camino.
Gracias de nuevo amigos.

De Buenos Aires a Fuertes Vientos

El primero de noviembre, bajo la lluvia y en bici, Catherine nos acompañó hasta la estación de Martínez donde tomaríamos un tren para Retiro, centro de Buenos Aires.
Atravesando entre Retiro y metro Constitución, la lluvia apretó tan fuerte que nos mojó hasta los huesos. Para evitar tráfico del periférico y al mismo tiempo el mal tiempo, tomamos un tren en dirección a Bahía Blanca.
Solitos, sin Jacques, el padre de Catherine como habíamos previsto.

Ahora sí que se le escapo al viento.

 Desde hace dos semanas que avanzamos hacia el sur y sólo el primer día de ruta, milagrosamente, no fuimos sacudidos por el viento.
Algunas veces, el viento es tan fuerte que optamos por dejar la carretera para no arriesgar.

En las cercanías de los pueblitos algunos se paran para abrazarnos con mucha espontaneidad, proponernos agua, comida, dibujos y besarnos calurosamente para llenarnos un momento con su ánimo.

Si no, vamos por la ruta cargados con agua y víveres para varios días, entre el cielo infinito y la estepa patagónica que Antoine de Saint-Exupéry, en “Vuelo de noche” dice ser más inhabitada que el mismo mar y por donde nadie se aventura en bicicleta.

Durante interminables kilómetros la vegetación no da la mínima sombra.

Sin los camioneros que se paran para darnos agua, sin las tarántulas, los pájaros y las culebras, no veríamos absolutamente a nadie.

La impresión de inmensidad es absolutamente total.

Lo bueno es que todas las rutas principales están en buen estado y cada noche, o casi, encontramos la única granjita de los alrededores, habitada o abandonada, para pasar la noche.

El miércoles pasado, por primera vez desde el inicio de nuestra aventura, tuvimos que plantar nuestra tienda de campaña detrás de unos arbustos apenas alejados de la orilla de la carretera. 


Así va la odisea VagaMondos en Patagonia y aquí nos tienen, ya en Puerto Madryn donde nos reposamos enviándoles noticias.

 Les deseamos éxito en todos sus proyectos y una excelente preparación de las fiestas de fin de año.





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